A pesar del renovado interés por trabajar el tema de promoción de lectura recreativa en las bibliotecas universitarias, la mayoría de las iniciativas que se realizan son actividades aisladas. Este artículo busca realizar una revisión sistemática sobre cómo la bibliografía científica ha tratado la relación de la promoción de lectura recreativa con la misión de este tipo de unidades del ámbito de la Educación Superior. Se analizó la bibliografía de 2000 a 2022 a partir de las dimensiones de política, infraestructura, personal y beneficios. Se encontró que existen 94 documentos científicos donde se describen y enuncian las posibilidades de la promoción de lectura recreativa a través de una mirada ampliada al apoyo a la docencia, investigación y servicio universitarios pero que no se han traducido en políticas concretas. La bibliografía analizada demuestra que hacen falta investigaciones que evidencien los beneficios de las iniciativas, además de estudios de caso que demuestren la conexión de las actividades con los retos actuales universitarios, para la generación de nuevas políticas y perfiles que lleven a cabo programas sólidos donde la evaluación sea una práctica constante.
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Cómo citar
Camargo-Rojas, L. (2024). Promoción de la lectura recreativa y misión de las bibliotecas universitarias: Una revisión sistemática. Ocnos, 23(1). https://doi.org/10.18239/ocnos_2024.23.1.388
Camargo-Rojas: Promoción de la lectura recreativa y misión de las bibliotecas universitarias. Una
revisión sistemática
Introducción
Según la la función principal de las bibliotecas universitarias es cubrir las necesidades
de información del aprendizaje y la investigación. En particular, la define el rol educativo de este tipo de unidades como el apoyo para que su comunidad
descubra, acceda y use información de manera efectiva para el éxito académico, la
investigación y el aprendizaje a lo largo de la vida.
Dado que la misión de las bibliotecas del ámbito de la Educación Superior es un derivado
de las funciones sustantivas de la institución de la que hacen parte (enseñanza, investigación
y servicio) (), los retos que actualmente enfrentan las universidades afectan de manera directa
a sus bibliotecas. Por consiguiente, los actuales cambios en la pedagogía (más activa
y colaborativa) y en la producción, distribución y acceso a la información han repercutido
en que se necesite que desde las bibliotecas universitarias se provean nuevos recursos
y entornos que acompañen la nueva pedagogía centrada en el aprendizaje y una mayor
atención a la alfabetización informacional con un enfoque crítico. Igualmente, la
reciente tendencia del entorno económico de la Educación Superior hacia los resultados
ha generado la necesidad de que las bibliotecas universitarias evidencien su valor
e impacto con su apoyo en el éxito académico de los estudiantes, así como su contribución
a la productividad de la investigación ().
En medio de los retos de las bibliotecas universitarias, en la actualidad existe una
problemática que no necesariamente ha sido abordada desde sus planes estratégicos:
el de su contribución a la consolidación del hábito lector de su comunidad. Se da
por hecho que como quienes se encuentran en el entorno universitario ya han adquirido
la competencia lectora en el ámbito escolar no es necesario seguir fortaleciendo el
hábito lector, cuando la realidad es que la mayoría no lo ha adquirido.
El hábito lector se entiende como una conducta estable que se desarrolla con el ejercicio
voluntario de la lectura dentro de la vida cotidiana, lo que lleva a la persona a
elegir leer libremente con el fin de ocupar parte de su ocio (). Distintas investigaciones han evidenciado que existen diferentes perfiles lectores
entre la comunidad universitaria y que, aunque es una población que valora positivamente
la práctica lectora, la mayoría tiene un concepto de lectura instrumental y no recreativa,
que es la que favorece el comportamiento lector voluntario (; ; ; Fernández y Ojeda, 2018; ). Dado que se ha demostrado la relación positiva entre un hábito lector estable,
mejores habilidades verbales y éxito académico (; ), resulta crucial fomentarlo en el entorno universitario.
Bajo ese marco, en la bibliografía se encuentra un renovado interés por indagar sobre
la contribución que pueden hacer las bibliotecas universitarias para resolver esa
problemática: el de la promoción de lectura, que tradicionalmente se ha relacionado
con las bibliotecas públicas y escolares y se ha silenciado en la misionalidad de
las del entorno de la Educación Superior. Se habla de readers advisory para el caso anglosajón y promoción de lectura en el ámbito hispanohablante. El primero
se entiende como un servicio en el que se sugiere qué material leer por ocio basado
en los intereses, gustos y estados de ánimo () y el segundo, “como un trabajo de intervención sociocultural que busca impulsar
la reflexión, revalorización, transformación y construcción de nuevos sentidos, idearios
y prácticas lectoras” (). Dentro de este último —considerado un campo más amplio que involucra estrategias
y acciones de tipo político, económico y administrativo— se encuentra la animación
a la lectura, que consiste en la mejora de los hábitos lectores.
A pesar de que los términos anglo e hispano tienen orígenes y tradiciones diferentes,
a efectos de este artículo se usan tanto el de readers advisory como el de promoción de lectura. En la bibliografía ambos se refieren a los servicios
en los que una biblioteca universitaria asume el compromiso con la lectura más allá
de su valor instrumental y su uso dentro del aula a partir de la organización de clubes
de lectura, tertulias, encuentros con autores y especialistas, exposiciones y recomendaciones
en plataformas digitales ().
En consecuencia, ha habido un resurgir de las iniciativas de promoción de lectura
desde las bibliotecas universitarias que se evidencia en la bibliografía científica.
lo han identificado para el caso angloparlante. En el ámbito hispanohablante, realizó un estudio sobre las actividades en territorio español y se encontró que
en la mayoría de los casos las iniciativas son puntuales y minoritarias. También se
encuentran documentos científicos que describen iniciativas en países como México
(), Cuba (), Chile () y Colombia (). A su vez, en China han aumentado los programas en respuesta a la política de promoción
de lectura estatal (; ).
En esa medida, la bibliografía da cuenta de la aparición de las iniciativas que en
general son aisladas y se realizan en desconexión con la misión de las bibliotecas
universitarias. Aunque en los documentos científicos que abordan la temática se habla
de la promoción de lectura recreativa en la misión de este tipo de unidades del ámbito
de la Educación Superior, en ninguno se realiza un estudio sobre cómo la bibliografía
ha tratado el tema. Por ello, en este artículo se busca analizar críticamente cómo
las fuentes científicas han abordado esa relación con el fin de identificar por qué
las iniciativas no se constituyen como programas sólidos y qué retos deben afrontar
para su adecuado funcionamiento.
Metodología
La presente investigación busca analizar cómo la bibliografía científica ha planteado
la correlación entre el servicio de promoción de lectura recreativa y la misión de
las bibliotecas universitarias. Para poder llevar a cabo ese objetivo, la estrategia
que se planteó consistió en identificar las cuatro dimensiones fundamentales a través
de las cuales se manifiesta esa relación: las políticas (orientaciones o directrices
en relación con las funciones sustantivas universitarias); la infraestructura (colecciones
y espacios); el personal (competencias y percepciones); así como los beneficios (para
la comunidad universitaria y público externo, para la biblioteca y la universidad)
y evaluación de los programas.
En esa medida, se buscó identificar cómo esas cuatro dimensiones están retratadas
en la bibliografía científica sobre promoción de lectura en bibliotecas universitarias.
Para hacerlo, se arrojó la siguiente ecuación en las bases de datos Web of Science,
Scopus, Ebsco, Proquest y en el buscador Google Scholar el 26 de mayo de 2023, y se
limitó la búsqueda entre los años 2000 y 2022:
((“promoción de lectura” OR “readers advisory” OR “reading promotion”) AND (“bibliotecas
universitarias” OR “college libraries” OR “academic libraries” OR “research libraries”))
Se encontraron 12 registros en Web of Science; 24 en Scopus; 742 en Proquest; 3.482
en Ebscohost, y 2.580 en Google Scholar. A continuación, se limitaron esos registros
a que una de las palabras del primer tema (promoción de lectura; lectura recreativa;
servicios culturales) y una de las del segundo tema (bibliotecas universitarias) estuvieran
en el título, resumen, tema y/o palabras clave (criterio de inclusión) para los registros
arrojados por cada base de datos y buscador, y se excluyeron los duplicados en cada
caso.
Posteriormente se recopilaron todos los registros en una sola tabla y se excluyeron
los que estaban repetidos en más de una base de datos o buscador. El total de registros
identificados fue de 153, que fueron leídos en su totalidad para identificar las cuatro
dimensiones de análisis. Tras la lectura se descartaron 71 y se añadieron siete que
fueron citados en los registros leídos, así como cinco de otras fuentes (figura 1). En total se seleccionaron 94 documentos de los cuales se extrajeron las citas que
aportan a una o varias de las dimensiones (anexo 1). En 62 registros se menciona la dimensión política, en 26 la infraestructura, en
41 el personal y en 44 los beneficios y la evaluación (figura 2).
Figura 1.Proceso de selección de registros
Figura 2.Número de documentos según dimensión
Resultados
Al realizar un análisis bibliométrico de los 95 documentos seleccionados se evidencia
que la producción aumentó a partir de 2015, teniendo como año de mayor publicación
2020. De esos documentos seleccionados, 31 son de China, 28 de Estados Unidos, 9 de
España, 7 de Canadá, 4 de Colombia, 3 de Cuba, 2 de Corea del Sur, 2 de México y 2
de Reino Unido, teniendo en cuenta la procedencia de la institución del primer investigador
que firma. Argentina, Chile, Croacia, Grecia, Portugal, Suecia y Suráfrica cuentan
con un documento. A su vez, 77 son artículos, 10 conference papers, 5 capítulos de libro y 3 trabajos de grado (figuras 3, 4 y 5).
Figura 3.Países de procedencia de los registros
Figura 4.Año de publicación de los registros
Figura 5.Tipo de documento de los registros
Políticas. Apoyo a las funciones sustantivas universitarias
La bibliografía analizada evidencia la visión tradicional sobre cómo las actividades
de promoción de lectura recreativa están más asociadas y son competencia exclusiva
de las bibliotecas públicas y escolares (; ; ). La percepción común es que el propósito de la biblioteca universitaria es proveer
recursos y servicios apropiados para apoyar el currículo y las actividades de investigación
de la institución educativa de la que hace parte y que, por consiguiente, no se deben
crear colecciones ni servicios extracurriculares.
No obstante, en la bibliografía se encuentran documentos donde se amplía esa mirada
y se considera que las bibliotecas universitarias deben tener un rol importante en
la promoción de lectura recreativa y crítica (; ; ; ; ; ; ). En general, se argumenta que las bibliotecas universitarias resultan ser un espacio
idóneo para acercar a la comunidad universitaria a la lectura recreativa a partir
del diálogo y reflexión sobre la implicación emocional con el texto en actividades,
momentos y espacios de lectura voluntaria (). Incluso, hay artículos en donde se afirma que es necesario crear políticas de lectura
(; ) dado que, en general, se realizan estrategias aisladas que no suelen estar reflejadas
dentro de los planes estratégicos de las instituciones ().
Sobre la función de docencia, consideran que promover la lectura recreativa apoya objetivos pedagógicos e incluso
va más allá de los mismos. Para el desarrollo de la capacidad lectora es un elemento educativo clave y, por lo tanto,
una habilidad necesaria que se debe potenciar desde la biblioteca como parte del objetivo
de las universidades de formación integral del alumnado. Además, consideran que este
tipo de servicios también responden a las necesidades tanto educativas como de ocio
de los estudiantes como parte de la responsabilidad social de las bibliotecas universitarias
en la difusión de la cultura y la dinamización de la vida académica.
Por su parte, argumentan que la actual tendencia de las universidades de prestar atención al bienestar
de los estudiantes y de educar a la “persona en su totalidad” que se encuentra en
su misión, puede ser el argumento para defender la promoción de la lectura recreativa
y las actividades extracurriculares en el campus y no necesariamente los argumentos
relacionados con los beneficios y objetivos educativos tangibles.
En cuanto a la función de servicio, se encuentran posturas como las de y , quienes consideran que las bibliotecas universitarias no sólo deben tener un rol
de apoyo a la docencia e investigación sino una función social. En esa medida, aclara que las bibliotecas universitarias se están comenzando a preguntar cómo y
de qué manera apoyan a sus universidades en el cumplimiento de su función de servicio
a la comunidad como creadoras de “capital social”. Así, propone varias líneas en las
que pueden ejercer la función de extensión y aportar al capital social entre las que
se encuentran la idea de la biblioteca universitaria como foro cultural y científico
de la comunidad, así como la de la biblioteca de ocio y educación integral que son
apoyadas por la promoción de lectura recreativa.
Infraestructura. Colecciones y espacios
Con respecto al desarrollo de colecciones, se encuentran artículos que evidencian
cómo las bibliotecas universitarias se han enfocado exclusivamente en adquirir el
material que apoye la investigación y la docencia () y sólo accidentalmente han proporcionado otros recursos, pues se considera que introducir
colecciones de cultura popular puede concebirse como un conflicto en el cumplimiento
de la misión institucional (; ).
No obstante, existen numerosos ejemplos de bibliotecas que han desarrollado las denominadas
“colecciones de ocio” (leisure collections) con material que no responde necesariamente a la bibliografía del syllabus o material científico como las revistas de divulgación y los libros de ficción. En
varios documentos se evidencia la posibilidad de que esas colecciones apoyen la misión
institucional al enfocarse en enriquecer el desarrollo social de la experiencia universitaria
y el aprendizaje a lo largo de la vida con la adquisición de títulos de cultura popular
que apoyen al currículo y, simultáneamente, el fomento de la lectura recreativa (; ; ). También que sirvan de estímulo a la vida intelectual de la comunidad universitaria
y a su crecimiento personal, brindándole un amplio repertorio cultural que le apunta
al compromiso de la universidad con todas las dimensiones de la vida (), y a concebir a sus miembros como personas íntegras y totales y no como un engranaje
en una máquina académica ().
En las investigaciones analizadas se justifica el desarrollo de ese tipo de colecciones
tanto porque su lectura puede ayudar a reducir el estrés (una de las causas vinculadas
al abandono académico) como porque es más probable que los estudiantes lean el material
si están cerca de las mismas, dado que usualmente se exhiben en espacios diferentes
y llamativos. Además, no sólo resultan ser las que más se usan en la biblioteca y
las que mejoran las estadísticas de circulación, sino que también atraen a los estudiantes
a usar los servicios bibliotecarios presenciales, así como a socializar con otros
lo que, está demostrado, repercute tanto en su éxito académico como en evitar que
abandonen sus estudios (; ; ; ; Dewan, ; ; ).
Las percepciones y competencias del personal
Las encuestas y entrevistas recogidas en 2002 (), 2009 (), 2010 (Gilbert y Fister, 2010), 2012 (; ); 2014 () y 2018 () evidencian que un alto porcentaje del personal de las bibliotecas universitarias
tiene la percepción generalizada de que la lectura recreativa está fuera del alcance,
misión o ámbito de sus entidades y que tienen miedo de que al promoverla se desdibuje
su imagen como especialistas en información y se les relacione demasiado con los bibliotecarios
públicos (). De esos argumentos se desligan los relacionados con problemas presupuestales, carencia
de equipo humano o falta de interés del mismo ().
De acuerdo con la bibliografía, esta percepción se debe a dos razones. La primera,
por el enfoque mismo de la ciencia de la información de la que provienen, y la segunda,
por una concepción predominante de la lectura instrumental. Desde el enfoque de la
ciencia de la información se considera que la lectura por placer o el desarrollo personal
es secundaria a la búsqueda de información (), por lo que se ha desestimado la investigación de los estudios sobre la lectura
(). A lo anterior se le agrega que tanto la estructura como la organización de las
bibliotecas universitarias, así como la tendencia formativa de quienes las administran
y trabajan en ellas están ancladas en un concepto de lectura instrumental específicamente
con fines de estudio ().
Ahora bien, en la bibliografía se encuentran quienes evidencian la falta de preparación
del personal en materia de promoción de lectura (; ). argumentan que se debe entrenar al personal en promoción lectora y que debe ser una
función explícita en sus perfiles. explica que no se puede educar a los futuros readers’ advisors de la misma manera en que se forma a los profesionales de la información, pues se
necesitan, además, profesionales en psicología y artes, interesados en el corazón
y la mente humanas a través de la práctica de la lectura, y que tengan la lectura
insertada en su estilo de vida.
A su vez, proponen los lineamientos y perfil que se debe tener para desempeñarse como gestores
culturales en bibliotecas universitarias; argumenta que es necesario que se desarrolle la competencia lectora y la habilidad
profesional de fomento lector de quienes desarrollen este tipo de iniciativas, y afirma que este tipo de rol lo deben realizar profesionales de tiempo completo con
enfoque comunitario. considera necesario transformar los criterios de orden y funcionamiento de las bibliotecas
universitarias actuales para garantizar que se puedan llevar a cabo servicios de promoción
de la lectura. Incluso, y sostienen que se deben crear departamentos encargados del tema.
Beneficios y evaluación de los programas
En la bibliografía se encuentran artículos en donde se considera que las colecciones
de ocio y las actividades de promoción de lectura recreativa atraen más personas al
espacio físico de la biblioteca universitaria (; ), y que dan visibilidad a la misma por lo que tienen un papel de relaciones públicas
y de promoción de los servicios y las colecciones (; ).
A su vez, también se identifican investigaciones en las que se citan otros estudios
que han demostrado cómo la lectura recreativa contribuye a que las personas tengan
mayores habilidades comunicativas, de comprensión de textos y adquisición de vocabulario
(; ). También se evidencia que fomenta el pensamiento crítico (; ), creativo, imaginativo y lúdico (), y el apoyo a la adquisición de una segunda lengua (). Asimismo, que desencadena aptitud para aprender incluso fuera de las aulas (), el aprendizaje a lo largo de la vida (), y se correlaciona con un mayor nivel académico (). Es decir, que tiene una relación directa con los hábitos de lectura estables necesarios
para una mejor inserción en la vida académica ().
Igualmente, se encuentran quienes citan estudios que demuestran cómo las personas
que son lectoras activas tienen más probabilidades de tener participación cívica,
de hacer voluntariados en su comunidad, de participar en actividades culturales (; ; ) y, en general, de tener un mayor nivel de bienestar (Hurst et al., 2017). Todo lo
anterior puede tener efectos positivos para evitar el abandono académico ().
Además, se encuentran recomendaciones para llevar a cabo las iniciativas, como el
hecho de que deben centrarse en la persona y no en los libros, y evolucionar a ser
un servicio comunitario (; ) que se realice desde el concepto de diversidad, prestando atención a los múltiples
significados que puede tener en el contexto de los encuentros y las prácticas lectoras
(). Incluso, también se evidencian los límites del servicio en términos de que, aunque
puede ser valioso a la hora de promover la lectura recreativa, es una labor insuficiente
para afrontar las dificultades con las que se encuentran los estudiantes cuando se
enfrentan a las particularidades de los textos académicos y científicos, por lo que
la lectura exige un tratamiento específico dentro del contexto propio de cada materia
().
Asimismo, argumentan que hay uniformidad de las prácticas, así como una preferencia por apoyarse
en el conocimiento interdisciplinario sobre lectura, en vez de construir sobre lo
avanzado desde las bibliotecas públicas. Por eso consideran que las bibliotecas universitarias
deberían ser las que innoven en esta materia, capitalizando los éxitos que los bibliotecarios
públicos han realizado durante años para crear servicios y programas superiores de
lectura.
Parte de esa innovación consiste en que sus funcionarios investiguen acerca de la
promoción de lectura en las bibliotecas universitarias tanto para analizar las prácticas
lectoras de la comunidad (), como los efectos y evaluación de las actividades, que es el gran interrogante a
la hora de identificar cuánto fomentan el hábito lector (). y dicen que la evaluación aún está en el nivel de resumen de las actividades. afirma que es necesario que las evaluaciones no sólo se basen en la intuición y experiencia
característicos de la práctica, sino también en decisiones basadas en la evidencia.
argumenta que las actividades deben planearse de acuerdo a las necesidades de lectura
detectadas y segmentar los públicos. consideran que se puede aprovechar la minería de datos para hacerlo y la retroalimentación constante de forma online y offline.
Discusión y conclusiones
Así, aunque tradicionalmente se ha entendido que el apoyo de las bibliotecas universitarias
a las instituciones de Educación Superior de la que forman parte consiste de manera
estricta en garantizar el material bibliográfico para el desarrollo de los currículos,
los espacios de estudio, la alfabetización informacional y más recientemente la gestión
de datos, en la bibliografía se evidencia cómo existen otras miradas. Son nuevas voces
que relacionan la promoción de la lectura recreativa tanto con la formación integral,
el aprendizaje a lo largo de la vida y el apoyo para evitar el abandono académico
— una ampliación de la concepción del apoyo a la función de docencia— como a una función
cultural y social — un nuevo apoyo a las funciones de investigación y servicio universitarios—.
No obstante, esas miradas no han desembocado en políticas institucionales claras y
contundentes. Los motivos se evidencian a través de las dimensiones de análisis.
De acuerdo a los documentos consultados, una de las razones de lo anterior se debe
a que la mayoría del personal y directivas de las bibliotecas universitarias están
formados en la ciencia de la información. Según el lugar en el que se hayan realizado
esos estudios puede existir una tendencia a que sus competencias estén enfocadas a
la gestión de datos e información, y predomine en ellos el concepto de lectura instrumental.
No es raro entonces que la percepción pueda ser negativa en cuanto a llevar a cabo
los programas. La bibliografía comienza a visualizar que quien realice esas actividades
necesita de unas competencias más relacionadas con otras áreas del conocimiento como
pedagogía, artes, literatura, comunicación y psicología, así como también que sea
personal de tiempo completo.
A la vez, en la bibliografía se observa un interés en el desarrollo de las denominadas
colecciones de ocio. En primer lugar, es necesario aclarar que el ocio es la práctica
que realiza la persona y no necesariamente el material en sí mismo, por lo que es
posible leer recreativamente material académico o científico, así como leer con un
propósito académico o investigativo material de colecciones populares o ficción. Por
otro lado, la mirada que se comienza a tener de cómo esas colecciones pueden contribuir
a fomentar la formación integral y el aprendizaje a lo largo de la vida abre el espectro
a una concepción más amplia del apoyo a la docencia e investigación, pero que sigue
siendo limitada en la medida en que no se percata de cómo todas las colecciones en
general pueden ser promovidas como lectura recreativa en la medida en que exista personal
cualificado que sepa cómo hacerlo.
En la bibliografía también se comienza a identificar la necesidad de evaluar los programas,
contemplar nuevos enfoques como el de la diversidad y aprender de lo avanzado desde
las bibliotecas públicas. En la medida en que los programas se evalúen y se investigue,
se pueden crear iniciativas creativas y no uniformes. No obstante, los documentos
consultados no son claros en evidenciar cómo las iniciativas o programas pueden tener
implicaciones para las funciones de docencia, investigación y servicio. Se enuncian
las posibles repercusiones, pero no se demuestran.
Se observa que el cuello de botella se puede destrabar desde las políticas: en la
medida en que las bibliotecas contemplen la promoción de lectura recreativa en su
misión a partir de una mirada ampliada a las funciones sustantivas universitarias
y un enfoque en los beneficios, se podrían distribuir los recursos de tal manera que
se contemplen nuevos perfiles en la estructura organizacional o se capacite al personal
para que sea más versátil con el fin de que puedan llevar a cabo los programas.
Pero, además, para que la política cambie es necesario también que la investigación
se centre en estudios de caso en donde se evidencien los resultados de estos programas
para el apoyo a las funciones sustantivas universitarias, partiendo del análisis de
las prácticas lectoras. También es fundamental realizar investigación y análisis de
la relación, diferencia e integración de la promoción de lectura recreativa con la
alfabetización informacional y académica. Además, sería importante analizar en qué
casos y qué contextos la promoción de lectura recreativa ya está insertada en la política
y cómo eso ha repercutido en el desarrollo de los programas. Es decir, demostrar que
lejos de poner en peligro la misión de las bibliotecas universitarias, promover la
lectura recreativa la puede ampliar, reforzar y generar sinergias interdisciplinares,
promover la creatividad y favorecer nuevas líneas de trabajo e investigación en donde
el fomento de usos recreativos termine por contribuir al desarrollo de usos académicos
e investigativos.
En esa medida, se identifica que para que exista personal capacitado o nuevos perfiles,
así como para potenciar todas las colecciones y espacios a manera de diálogo cultural
y científico en donde se transfiera a la sociedad el conocimiento que se crea en la
academia a través de la lectura recreativa, sería necesario un cambio en las políticas
y estructura de las bibliotecas universitarias, impulsado a través de estudios de
caso en donde se evidencien los beneficios de acuerdo a los intereses y prácticas
lectoras de la heterogénea y diversa población universitaria, y a los retos actuales
de las universidades.
Notas
[1] Es necesario aclarar que la competencia lectora, de acuerdo con la PISA, es la capacidad
de los estudiantes de comprender, emplear, valorar, reflexionar e interesarse por
los textos escritos para alcanzar unos objetivos, desarrollar el conocimiento y potencial
propios y participar en la sociedad. Mientras que el hábito lector es aquella conducta
estable en la que de manera voluntaria se decide leer en el tiempo libre por satisfacción
o placer.
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Apéndices
Anexo 1
Identificación de las dimensiones de la relación entre la promoción de lectura recreativa
y la misión de las bibliotecas universitarias